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Educación financiera: una necesidad para mejorar el acceso a las oportunidades

Educación financiera: una necesidad para mejorar el acceso a las oportunidades
25 junio, 2013

LA POSIBILIDAD de contraer una enfermedad es de un 10%, ¿cuántas personas de 1.000 contraerían la enfermedad? Según la Encuesta de Protección Social del año 2009, sólo el 52,64% de las personas contestaron esta pregunta de manera correcta. Y eso que esta es una de las preguntas donde se logra bastantes aciertos. Para otras que implican operaciones como dividir, calcular intereses o reconocer palabras como inflación, los resultados caen bajo el 20% de acierto.

La evidencia está ahí y no sólo en esta encuesta. Varios otros estudios dan cuenta de que las personas, especialmente de sectores vulnerables de la población, entienden poco de operaciones matemáticas escolares y si a eso se agrega un lenguaje sofisticado como el de los contratos de un crédito, por ejemplo, el nivel de incomprensión crece.

«Siempre digo que para leer un contrato financiero hay que ser matemático o abogado», dice algunas páginas más adelante el director del Servicio Nacional del Consumidor, Juan José Ossa. El problema de no saber todo lo que se requiere para tener una vida financiera sana, no sólo redunda en sobreendeudamiento y estrés para esas personas. Para el mercado completo hay un efecto, pues con mejor formación, las personas podrían tomar mejores decisiones financieras y aprovechar más las supuestas oportunidades que ellos podrían encontrar ahí. Pero la situación es que no tienen esas herramientas y quedan habitualmente al margen de los beneficios. Y eso se ha ido traduciendo además, en desconfianza hacia las instituciones y en expresiones de descontento social. La buena noticia dentro de este panorama nada de alentador, por la razón de la evidencia y por la presión también que imponen las sugerencias de la OCDE, es que se están gestando cambios importantes. Por ejemplo, se creó el Consejo de Inclusión Financiera, instancia liderada por el ministerio de Hacienda que vio la luz en junio, como consecuencia de una mesa de trabajo que ya venía funcionando desde fin de 2012 y que reúne a organismos como el ministerio de Desarrollo Social, el Sernac, el Banco Central, la SBIF, entre otros organismos.

Desde este lugar es que se hizo una propuesta al ministerio de educación para que en 7°, 8°, 1° y 2° medio en las materias de matemáticas, lenguaje, ciencias sociales y orientación, tengan incorporados temas como el conocimiento del dinero y transacciones, cómo hacer un presupuesto familiar, qué es el riesgo, qué es la tasa de interés, qué es la inflación. «Que estén puestos así con nombre y apellido los contenidos financieros que tienen que traspasar los profesores a sus alumnos. Ahora se establece la importancia de que los niños conozcan derechos financieros. Está incorporado de manera específica por primera vez», explica Paula Bustos, jefa de educación para el consumo del Sernac.

Este cambio curricular está en plena discusión ahora y los plazos que se estiman son: que a fin de año ya haya un consenso sobre los contenidos que se deben incluir, para que ya se formalice todo a partir de marzo de 2014. También el Fosis y el Banco Central han desarrollado campañas de educación financiera y Sernac empezó en marzo un ambicioso programa de varias etapas para la formación de profesores, papás y alumnos (ver en página 12 y 13).

Iniciativas privadas

Y mientras las políticas públicas toman fuerza, la banca privada ha ido desarrollando algunas iniciativas tendientes sobre todo a reducir la asimetría de información que caracteriza la relación entre las personas y las instituciones financieras. Las más reciente es «Sano de lucas», una campaña del Banco Santander que por ahora consiste en un sitio web para asesorar a las personas (ver pág. 6), pero que también va de la mano con un proceso de transformación de la fuerza de venta del banco. La idea es que los ejecutivos también sean capaces de ofrecer productos considerando que deben ser claros en la entrega de información y tener disposición a despejar todas las dudas de los potenciales clientes, que en cierta forma es la parte más difícil. Porque, como dice el ideólogo de esta campaña, Eugenio García (página 4), las metas de venta ponen una presión muy fuerte. Pero «un ejecutivo no puede venderle un producto a alguien que no está entendiendo nada».

Además de Santander, Itaú tiene un trabajo avanzando en esto, con un obra de teatro incluso (pág. 7). De hecho el concepto de «eduteinment» ha sido bastante utilizado entre las metodologías para llevar estos contenidos algo difíciles a la compresión de niños y adultos. También hay un juego, un comic y en otros países hasta se han hecho teleseries con el tema (en África). Incluso el Banco Central pronto subirá a una plataforma web para todos sus contenidos de educación, tres mini obras de teatro convertidas en una mini–serie.

¿Consumidores o ciudadanos?

Claro que el cambio, no puede ser sólo a nivel de calculadora. A juicio de una de las personas que más ha estudiado el tema en Chile, la psicóloga Marianela Denegri, directora del Centro de Estudios de psicología del consumo de la U. de la Frontera, debería considerar aspectos actitudinales. En su opinión los programas de educación financiera se han concentrado en las operaciones matemáticas, pero también hay tema cultural importante que resolver. En sus investigaciones ella ha detectado que la construcción de identidad de las personas está basada cada vez más en tener sobre ser y esa transformación es muy profunda, pues ha impactado fuerte a la clase media, que pasó de la austeridad al consumismo (al menos un 30% de las personas se reconocen abiertamente consumistas). «Antes se pensaba mucho en qué ibas a endeudarte. Ahora nos endeudamos por cualquier cosa», dice también en estas páginas (pág. 10).

Tanto García, como la doctora Denegri ven lo que es obvio y que por lo mismo nadie ve: es curioso que en una sociedad para la que el dinero es tan importante, no haya una educación al respecto. Y ambos también apuntan a una duda razonable. ¿Queremos formar consumidores o ciudadanos? El barco de la educación financiera acaba de zapar, pero aún falta bastante para llegar a la otra orilla.

Fuente : Pulso