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Antonio Bloise, el carnicero

Antonio Bloise, el carnicero
25 agosto, 2014

Antonio Bloise Ramos es hijo de panadero. Y al igual que su padre, Antonio Vincenzo Bloise Cotroneo, quiso meter las manos en la masa y hacer crecer el negocio familiar, que llegó a tener tres panaderías repartidas en los cerros de su Viña natal. Su mamá, Margarita Ramos, no lo dejó. «¿Cómo vas a hacer pan si fuiste a la universidad?», le preguntó. Bloise junior, que en el colegio –dice– era un alumno regular, había estudiado Ingeniería Comercial en la Universidad Adolfo Ibáñez. Desde el día uno supo que lo suyo sería hacer negocios. Pero con dos condiciones: ser independiente y vivir en Viña del Mar.

«Me metí al mundo de los negocios por vocación, no por el interés en la plata. Me gusta hacer cosas, me entretiene», cuenta, mientras saborea un trozo de lomo liso en el Santa Brasa de Concón, uno de los 16 restaurantes que tiene (sus otras marcas son Santa Masa, Santa Burguer y Don Bife). Y no es cualquier pedazo de carne. A estas alturas, podríamos decir que Bloise es el carnicero más vip de Chile. En sus restaurantes sólo vende carne Angus importada desde Estados Unidos, la cual procesa en el frigorífico que acaba de levantar en la salida de Viña del Mar con una inversión de más de 3 millones de dólares. En este lugar, donde hay cámaras de frío de hasta 20 grados bajo cero, se faena una tonelada de carne diaria y se aprovecha cada retazo en subproductos, como embutidos y hamburguesas.

En 48 años, la vida del presidente de Everton ha dado muchas vueltas. Pero en ellas, nunca ha perdido de vista el arco. Tras dos años trabajando como ejecutivo de Salo en México, decidió independizarse y dedicarse al rubro de las promociones. Volvió a Chile y partió importando pelotas chinas, las cuales ofreció a los supermercados chilenos. Faltaba un año para el Mundial de Francia 98 y éstas se empezaron a vender como pan caliente.

De las pelotas, Bloise se amplió al rubro juguetería –»el negocio más grande es con los niños», dice–. Hoy, su Importadora Italiana tiene licencias de Mattel, Disney y Diadora, entre otras, y vende sus productos en 4 países.

Bloise es un tipo inquieto y observador. Energía no le falta. Será por los casi 10 cafés expreso que toma al día, su único vicio, aclara. Dice que sabe aprovechar las oportunidades de negocios y reconoce que muchas veces «no evalúo todos los riesgos que puede conllevar una decisión si me motiva a hacerlo». Lo suyo es el feeling. Y trabajo, por supuesto. «Partí sin tener nada, sólo con la educación que me dieron mis padres», cuenta. Hoy, su holding AB Gift –que tiene negocios tan diversos como la fabricación de saborizantes, la demarcación vial y los restaurantes– factura cerca de 50 millones de dólares al año.

El buen corte

Su primera incursión en el rubro gastronómico fue «El Gaucho», un restaurante de parrilladas que puso junto a su papá, quien ya había vendido las panaderías. No sabían nada de carnes, pero sí de manufactura. Ubicado en la avenida San Martín, en Viña, el lugar se transformó en el centro de reuniones de todos los fanáticos de Everton, equipo del cual Bloise papá también fue dirigente.

En México, Antonio Bloise descubrió «El rincón argentino», un steakhouse bastante conocido. «Algún día me gustaría tener un restaurante como éste», pensó. Ése fue el inicio de otro emprendimiento gastronómico, esta vez más premium, al que bautizó como Santa Brasa. «Antes que Santa Brasa existiera, comer carne en Chile era ir a una parrillada. Nosotros desarrollamos el mercado de los restaurantes de carne, un lugar donde tú vas a comer carne sin chimichurri y de donde no sales con olor a parrilla», explica.

Con este formato, abrieron su primer local en la calle Alonso de Córdova hace 11 años. «¿Has comido en el restaurante del Pato Yañez?», se preguntaba la gente. Pero el local no pertenece al ex futbolista. «Lo que pasa es que el Pato es mi cuñado y vive al lado del restaurante», aclara Bloise.

El arranque del Santa Brasa no fue fácil. En esa época, era prácticamente el único restaurante en la zona. El otro era la Cocina de Javier. «Después de un año nos empezó a ir muy bien. Hoy, los principales clientes son ejecutivos que durante el día van a almorzar y durante la noche tienen reuniones de negocios. El corte que más vendemos es la entraña», explica.

Bloise ha ido sofisticando su oferta y añadiendo nuevas líneas de productos como el dry aged, carne madurada dentro de cámaras especiales. Aquí su mejor aliado es el tiempo, el cual suele tener beneficios en productos como el queso o el vino. Lo mismo ocurre con la carne. El envejecimiento, cuenta, la ablanda y le entrega un sabor único. Y para conquistar al público 24/7, instaló una carnicería premium en el restaurante de Alonso de Córdova, donde vende los mismos cortes que sirve en la mesa.

«Grandes empresarios de Santiago, que comen en la semana en el restaurante, compran carne para los asados del fin de semana. Mucha gente me llama y me dice que es la mejor que ha comido en su vida. Eso a nosotros como marca nos da una imagen muy potente», cuenta, sin dejar de aclarar que «eso sí, no he querido volverme loco abriendo más carnicerías».

Pero, por lejos, el local que más vende es el de Parque Arauco. Sólo para el Día del Niño facturó casi 9 millones de pesos. Bloise ha apostado fuerte por la apertura de restaurantes en malls. Además de Parque Arauco está en Alto Las Condes, Costanera Center y próximamente en Plaza Egaña. En este último lugar, el retraso de la apertura ha provocado un ajuste en los planes de facturación de Bloise. «Tenemos listo el local desde marzo, pero el sector donde operan los restaurantes todavía no está listo. Me dicen que podrían abrir en enero. Nosotros tenemos espaldas para resistir, pero imagínate lo que puede ser eso para un gallo que abre su primer restaurante. ¡Eso te quiebra, te arruina!», se queja.

–¿Tener restaurantes en malls no le baja el perfil a la marca?
–No, porque Santa Brasa tiene un perfil y no bajamos de él. Creo que Chile es de los pocos lugares donde ir a comer al mall a un buen restaurante se hizo costumbre. La garantía que te da el mall es la gente y si das un buen servicio, el negocio está hecho.

–¿Con tantos restaurantes es un mito entonces el dicho que «Al ojo del amo engorda el ganado»?
–He tenido que aprender a manejar esto como una empresa. Normalmente, uno tiene la imagen del dueño de la panadería que sostiene el manojo de llaves de todas las bodegas, y creo que mi mayor éxito es el poder armar una estructura administrativa que me permita tener una cadena de restaurantes y que yo no necesariamente esté dentro de los locales. El mismo tema de la planta nos ha permitido tener una estandarización increíble, la carne al restaurante llega cortada. El cocinero abre la bolsa y pone la carne en la parrilla. Hay más control.

–¿Es bueno para delegar?
–Sí, súper bueno. En el fútbol a mí me enseñaron que para cabecear bien hay que ser valiente, nunca lo entendí bien, pero me di cuenta con el tiempo de que es verdad, ya que tienes que poner la cabeza y saltar. En los negocios, para poder crecer hay que confiar, lo que te permite delegar. Un concepto que aplico en la vida en todo. Si en este momento yo estuviera pensando que en un restaurante me están robando la plata de la caja o sacando la carne de la cámara, no podría estar acá.

–¿El crecimiento de la cadena será a través de la internacionalización?
–Ése es un dilema. Vengo llegando de Perú, hay unos peruanos que quieren que abra Santa Brasa allá. También he tenido ofertas para abrir en Mendoza y Miami, pero por ahora no he tomado ninguna decisión. Franquiciarlo no me interesa, prefiero operar los restaurantes, que es el modelo que conozco.

Oro y cielo

La mitad de su tiempo lo dedica a los negocios. La otra a su pasión: Everton. Siguiendo los pasos de su padre, Bloise ha sido dirigente de los Oro y Cielo en dos oportunidades. Tras un año y medio alejado de la testera, volvió a presidir el club este año. «Estaba en Estados Unidos cuando mi equipo descendió a segunda división. Mis hijos me llamaron llorando y tomé la decisión de ayudarlo en la crisis», confidencia.

En su primer período (del 2007 al 2012) consiguió algo que para muchos fue una hazaña: ganar el campeonato nacional de 2008 al imponerse frente a Colo Colo y clasificar para la Copa Libertadores de 2009. Pero en 2012 oficializó su renuncia tras lograr que el equipo volviera a primera división (había descendido el 2010). «Me alejé de la presidencia dejando al club en una posición espectacular, campeón en primera división, algo histórico», comenta emocionado.

–¿Por qué volvió a presidir el club este año?
–Porque soy un pelotudo (ríe). Soy de los principales accionistas del club junto a Antonio Martínez, Juan Carlos Harding y Sandro Rossi. Vi al equipo tan mal cuando descendió a segunda división (en abril pasado), que tomé la decisión de ayudarlo. Siempre me he declarado fanático del Everton más que del fútbol. Es difícil que la gente crea –porque las sociedades anónimas están medias demonizadas– que exista algún presidente o dirigente de un club que esté en esto por un tema social. Acepté volver a presidir Everton porque quiero devolverle a mi ciudad todo lo que me dio. Nací, me crié, estudié e hice negocios acá y aunque parezca irracional, estoy dispuesto a ponerle tiempo y dinero a una institución de más de 100 años, donde mi papá y mi abuelo participaron activamente.

–¿Cuáles son los desafíos de este nuevo mandato?
–En primer lugar, que el equipo vuelva a primera división. Segundo, abrir el Centro Deportivo Everton (CDE), con buenas canchas y camarines, y en donde podamos preparar niños. Y tercero, inaugurar el estadio de Sausalito. Participé mucho en la construcción del recinto. Junto a la alcaldesa golpeamos muchas puertas para concretarlo. Es un hecho que en marzo va a estar listo para la Copa América, el próximo año.

–¿Siguen los planes de su primer mandato de abrir el club en bolsa?
–Ese plan sigue. Acabamos de hacer ya la primera apertura con un grupo de 25 viñamarinos, a los cuales les dimos acceso a comprar una cantidad de acciones –el 2% del club– para empezar a involucrar a la comunidad.

–En 2010, su nombre concitó consenso para presidir la ANFP. Sergio Jadue termina su período en enero de 2015, ¿no le interesa postular para dirigir el fútbol chileno?
–Nunca fui candidato ni me interesó serlo. En ese minuto mi nombre concitaba consensos, ya que había un presidente muy mediático (Harold Mayne–Nicholls) al que no era fácil ganarle. Ahí se fue agrandando el grupo «Santa Brasa» (agrupación que se reunía en el restaurante de Bloise para gestar la salida del ex presidente). Yo tenía un liderazgo natural dentro del grupo, pero no porque hubiera un interés de ser presidente de la ANFP, nunca lo voy a tener. Para ser presidente de una federación de fútbol tienes que ser profesional, dedicarte a eso y yo no lo voy a hacer nunca, porque no es lo que más me gusta. Lo mío son los negocios.

–¿Tampoco le interesa un cargo político? Me imagino que más de una vez se lo han ofrecido…
–Sí, pero no me interesa vender mi imagen. Vivo si la carne es buena o mala. Me metí al fútbol por el cariño a Everton y por eso me hice conocido. No entré a él como un trampolín político. No está en mis planes, no tengo las capacidades humanas ni la mente preparada para algo así.

Fuente : Capital