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ESPACIO el primer año del Slow Mall

ESPACIO el primer año del Slow Mall
9 julio, 2013

El inmueble que albergó el palacio de la familia Larraín Zañartu desde 1892y al diario El Mercurio entre 1902 y 1984 en la esquina de las calles Morandé y Compañía, recibió a los amantes de la historia y arquitectura chilenas en el último «Día del Patrimonio Cultural de Chile 2013» este 26 de mayo.

Tras el terremoto de 1985, sólo la imponente fachada permaneció en pie y por casi 25 años fue el único vestigio del antiguo esplendor de este edificio. Ahora recuperada y declarada Inmueble de Conservación Histórica, es la cara de uno de los proyectos más innovadores levantados en Santiago: Espacio M, un moderno complejo comercial y de oficinas, que desde su inauguración hace un año logró armonizar la conservación patrimonial con la actividad comercial propia del siglo XXI.

Junto a admiradores de esta obra de estilo neoclásico del arquitecto francés Luden Henaut, el inmueble está abierto al intenso flujo de personas propio del centro de la capital, y por sus señoriales accesos ahora transita público y consumidores con sus adquisiciones en ropa, vasos de café o bolsas de supermercado. «Los ciudadanos han descubierto que se puede amar el pasado y disfrutar de él», destaca el arquitecto responsable de Espacio M, Gonzalo Martínez.

Esta unión entre modernidad comercial y conservación del patrimonio histórico, materializó en Chile el concepto de Slow Mall. En pleno auge en Europa, esta categoría apunta a ofrecer una experiencia de compra más relajada, en un espacio que ofrece un paréntesis dentro de la urgencia y estrés diarios de urbes como el centro de Santiago. Esto gracias a atributos como su iluminación interior menos intensa que un centro comercial tradicional, logos de marca en dimensiones más pequeñas, música ambiental alternativa y aire acondicionado con aromas. «La fachada, articulada por la galería interior, produce un nexo entre lo antiguo patrimonial y lo nuevo del comercio, resaltado en elementos simples de terminación con los aspectos patrimoniales a la vista, más una serie de información histórica, conformando una unidad conectada», destaca Martínez sobre las claves que están detrás de complejo cuya superficie totaliza 12 mil metros cuadrados.

«Esta es una de las razones de la gran concurrencia de público que hemos tenido», relata el gerente general de este proyecto, Guillermo Riveros sobre el promedio de 6.500 personas diarias que circulan en su primer año de funcionamiento. El principal acceso es el pasillo que sigue por dentro a la fachada en toda su extensión, lo que permite contemplar la antigua albañilería de ladrillos, fotos antiguas facilitadas por El Mercurio y artículos como un gran mueble de lustrabotas de principios del siglo XX.

El ejecutivo reconoce las complejidades de conciliar las exigencias de la conservación del patrimonio histórico con las necesidades de los retailers: «Hemos sido súper rigurosos con la entrada de las tiendas o locales en el sentido de tener la oferta más variada posible en el limitado espacio disponible». Pese a ello, asegura que, en definitiva, se impuso el concepto de que «instalarse acá es una apuesta diferente y positiva». Inaugurado con el 50% de los locales ocupados, Espacio M actualmente tiene arrendado el 96% de su oferta comercial, y Riveros espera que a fines de este año «ya no quede nada disponible», a partir de gestiones en curso como la negociación con marcas de comida rápida.

LA PRÓXIMA ETAPA EN OFICINAS

Con tres niveles comerciales que albergan un total de 50 locales y una superficie arrendable de 7.100 metros cuadrados, en el proyecto están instaladas tiendas como Adidas, Ágora, Make up y Anastassia, establecimientos culinarios como Emporio La Rosa, La Tetería, Starbucks y CocinArte, junto a la tradicional sastrería Cubillos y la Feria Chilena del Libro, más cadenas como Salcobrand, Rotter&Krauss y un supermercado Unimarc. A esto se suma un patio de comidas con 11 marcas hasta la fecha.

En su conjunto, estos operadores suman ventas en torno a los US$ 2 millones mensuales, según cifras de la propietaria del complejo, la inmobiliaria Rentas Latinoamericanas, controlada por el empresario Guillermo Villablanca, ex dueño de la cadena mayorista AM.

Por su parte, la segunda fase de Espacio M comenzará a partir de julio próximo con la apertura de su edificio de oficinas, diseñado con ocho pisos en los cuales trabajarán del orden de 1.500 personas, completando así las inversiones por US$ 40 millones que involucra el proyecto integral. En relación al potencial impacto de este inmueble en el estilo de Espacio M, su arquitecto asegura que «no va a interferir, ni en lo patrimonial ni en lo histórico», y precisa que se tomaron todos los resguardos para no opacar el protagonismo del inmueble patrimonial que alberga el mall.

En el mediano plazo, la presencia urbana de este complejo, que integra una «zona típica» del centro de Santiago –que definen el ex Congreso Nacional, el Museo de Arte Precolombino y el Palacio de los Tribunales–se potenciará con la construcción una plaza dura entre ambos edificios por calle Compañía. Con una entrega anunciada para octubre próximo, la futura Plaza de Justicia contempla una profunda renovación del espacio público, más la construcción de estacionamientos subterráneos con capacidad para 495 aparcaderos y salas multiuso.

Fuente : Portafolio Retail – DF