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Nuevos aires

Nuevos aires
23 enero, 2014

Por segundo año consecutivo la mayor operación de fusión y adquisición en América Latina tuvo lugar en México y fue dirigida por brasileños. Y por el mismo brasileño, Carlos Brito, CEO de AnheuserBusch Inbev (ABI). La mayor cervecera del mundo rompió récords en 2012 al anunciar la compra del 49% que aún no poseía en Grupo Modelo por US$ 20.000 millones. En 2013 Brito y su equipo se repitieron el plato, pero por un monto mucho menor y desde el otro lado de la mesa. Este año ABI vendió un activo mexicano, la Cervecera Coahuila, en US$ 2.900 millones, a Constellation Brands. Todo para aplacar la oposición de la entidad antimonopólica estadounidense frente a su creciente dominio del mercado cervecero.

Pero las operaciones mexicanas de ABI no alteraron significativamente los aspectos fundamentales del mapa latinoamericano de las F&A. Según los datos recopilados por Mergermarket, el 24% de las operaciones correspondió a empresas del rubro energía, minas y servicios públicos, ‘contra un 32% el año pasado. En el segundo lugar volvieron a ubicarse las empresas vinculadas al consumo masivo (retail, bebidas y alimentos, etc.), con un 22%, y en el tercero los servicios financieros, con 18%.

Por lo visto, América Latina sigue siendo un vasto depósito de petróleo y minerales. Y unas ciudades con una clase media sedienta de consumo.

Haciendo caja

Para Ricardo Calderón, socio y director ejecutivo de Provicapital Partners Ltd., una firma regional de inversión, en 2012 se produjo una normalización del mercado de F&A en relación a los meganegocios del pasado. «El deal promedio va a tender a ser mucho menor en el tiempo», afirma.

Calderón ve que la actual distribución sectorial de las operaciones se mantendrá. El sector de petróleo, gran protagonista en 2013 con las subastas del Présal en Brasil (que reportaron a Petrobras US$ 6.568 millones), debiera tender a la baja. Por el contrario, sectores como consumo, distribución y logística debieran crecer de manera significativa. «Construcción e infraestructura sobre todo en Colombia va a crecer exponencialmente, aunque el timing es un poco incierto y va a depender de qué tan rápido el gobierno comience a soltar las concesiones. La expectativa de mis clientes es ésa», afirma.

Otros que hicieron caja este año fueron el español BBVA, que vendió activos por US$ 3.162 millones en Chile, Perú y Panamá. Sumado ese monto a las ventas de Caixa Bank (Inbursa en México) y Telefónica (activos en Guatemala), se tiene que la desinversión española en la región ascendió, en este Top 50, a US$ 4.172 millones.

La situación financiera en Europa explica también la venta del 30% de Telecom Argentina por parte de Telecom Italia y la decisión de la francesa Orange de deshacerse de sus operaciones en República Dominicana.

Otro que vendió con los acreedores tocando a su puerta fue el millonario brasileño Eike Batista. La famosa X que simbolizaba multiplicación de la riqueza desapareció de sus empresas LLX Logística, la petrolera OGX y los activos portuarios de MMX. A estas operaciones, que sumaron US$ 3.493 millones, se agregó la compañía de energía MPX, con lo que la famosa X se bate en retirada para borrar todo rastro del misticismo batistiano de su gestión.

Nuevamente el principal escenario de los negocios fue Brasil, con más de la mitad de las 50 mayores operaciones regionales, mientras que México aumento de manera marginal.

No son los mismos

Ni las grandes operaciones muestran lo que ocurrió en la superficie del aparato productivo latinoamericano, por debajo de esto hay una realidad de negocios de menor tamaño que están adquiriendo mayor velocidad y características propias. Y es una liga donde los fondos de inversión, independientemente de su origen geográfico, juegan de local.

«Los fondos de capital privado son cada vez un jugador más importante en la actividad de M&A», afirma Calderón. «Cada vez veo más fondos entrando a comprar y vender empresas, no sólo a invertir en ellas para crecer, sino para hacer buyouts».

Esto obedece al gran volumen de liquidez que han captado en los últimos años y la necesidad de invertirla de manera adecuada, lo que no siempre les resulta fácil. Por otra parte está la banca tradicional, un actor importante en el mercado de F&A, pero que no ha llegado al nivel que muchos esperarían. El llamado «acquisition financing» es complicado y relativamente escaso. Las alternativas son financiamiento a través de banca de inversión, un fenómeno apreciable en países como Colombia y Perú.

«Mucho del financiamiento de adquisiciones, y no te hablo de los Femsa de este mundo, sino de tickets más pequeños, que es la mayoría de las compañías latinoamericanas, es financiamiento dado por los mismos vendedores», afirma Calderón.

En el ambiente financiero se le llama «seller financing» y consiste en el pago de una parte determinada del total de un activo, saldando el resto en cuotas a una tasa de interés negociada entre las partes. Calderón describe un «ecosistema» más dinámico y con más alternativas, donde los grupos y empresas que llegan en una posición compradora se muestran mucho más abiertos a asociarse con fondos de private equity para adquirir empresas. Algo común hoy en EE.UU. y Europa pero que en Latinoamérica no se veía mucho.

Y es por estas vías donde se incuban nuevas generaciones de multilatinas. Durante 2013 el 46% de las 50 mayores transacciones de la parte compradora fue una empresa o grupo de fuera de la región, una pequeña baja respecto al 50% de 2012. Europa se bate en retirada, lo que les está dando a los negocios de F&A un tinte cada vez más local. En las operaciones de menor tamaño es más marcado, lo que Calderón atribuye a aspectos culturales de las empresas latinoamericanas. Donde se nota es en los aeropuertos, los hoteles y los restaurantes de moda de Santiago, Bogotá o Lima.

«Si tomas un vuelo entre Ciudad de México y Bogotá en ejecutiva, ves mucho banquero, mucho empresario yendo a comprar empresas», dice el ejecutivo». Es como lo que veías entre Nueva York y Buenos Aires en la época de Menem».

Fuente : América Economía