Con toda su artillería y casi sin filtros, esta mañana el presidente de Soprole y socio de la firma de abogados Cariola Diez Pérez–Cotapos, Gerardo Varela, arremetió contra las boletas de honorarios «ideológica – mente falsas» usadas por algunos políticos para financiar sus actividades y contra la regulación que busca imponer mayores exigencias a los gobiernos corporativos de las sociedades anónimas.

En presencia del actual superintendente de Valores y Seguros, Carlos Pavez, y de su antecesor, Fernando Coloma, Varela aseguró que «durante mi gestión en la presidencia de Soprole, tenemos cero boletas políticas» pero «mientras prescindíamos de aportar a la política, se aprobó una reforma tributaria, que da ventajas a nuestro principal competidor, Colun, que al ser cooperativa, no paga impuesto».

«Soprole no ha financiado la política, pero por las malas políticas públicas hoy pagamos los costos de energía más altos del mundo (…). Además, se acaba de aprobar la rotulación de alimentos y tuvimos que cambiar las fórmulas de nuestros productos (…); es decir, una niña de 15 años puede pedir la píldora del día después en un consultorio, pero no puede pedir un Manjarate en el recreo».

«Mientras yo lo hacía fantástico como presidente de Soprole, se cocinaba una reforma laboral que puede constituir la muerte para empresas de productos perecibles, porque desde que usted ordeña la vaca en Chillán y se compra el yogurt en el Jumbo, no pueden pasar más de cuatro días ¿cuánto puede aguantar Soprole en una huelga?», se preguntó.

Oponerse a las malas ideas

En ese contexto, arremetió contra el cambio normativo que planea la SVS de imponer nuevas exigencias a los gobiernos corporativos de las sociedades.

Al respecto, dijo que «parte del desafío de los gobiernos corporativos es oponerse a las malas ideas», ya que la preocupación de los directorios debe estar en el interés social y eso se traduce en «rentabilidad de corto plazo y la sustentabilidad de largo plazo».

Agregó que, probablemente frente a una crisis, a «un controlador puede no interesarle que la compañía informe ciertos hechos o es posible que un minoritario diga: déjeme arrancar primero, y después informa… pero el interés de la compañía sigue estando por sobre los accionistas».

Aterrizando sus ideas, Varela puso en la mesa un caso real: «¿Qué pasó en SQM? En medio de una crisis, una dicotomía: tres directores están por transparencia total y seis directores por la prudencia. Finalmente, los que están por la transparencia –como ocurrió con el Costa Concordia– se suben al bote y se van».

En ese contexto, dijo que la regulación que planea la SVS –surgida de «emergencia» tras el escándalo La Polares negativa, «no confía en el mercado» e impone a los directorios y administración obligaciones que no tienen que ver con sus funciones. Por ejemplo: mayor cantidad de informes, casi instantaneidad de los hechos esenciales desde que ocurren, participación de las comunidades o grupos de interés, control e informes sobre las diferencias de género, entre otros.

Fuente : La Segunda